CRESCENDO
Miro la estrella, y olvido. Desierto de ambiciones y desgracias. No podré cerrar los ojos mucho tiempo. Los abro y la estrella allá. No puede cerrar los ojos mucho tiempo. Irradiará su luz y llegará a mí (si sigo confiando en azarosas señales estaré perdido y aún creyendo que todo está en mi cabeza; pero están en todas partes, en mi cabeza).
Hay un camino entre la estrella y yo, si empiezo a caminar derecho hacia ella caminaré y caminaré, dos, tres eternidades y al fin llegaré a ella, aunque aquí la vea como en un tapiz. Hay un espacio, un enorme espacio entre nosotros, pero ella está, y yo también, yo sé que ella es un lugar en el que se puede estar, y hay quizá cosas en el medio que quedan hechas nada en mí, y yo nada en los que están atrás (yo sé que te pido mucho, pero te doy todo, y sólo me queda sostenerme en tu presencia). Yo sé que vos estás, aunque a veces sospeche que también estás en mi cabeza y no hay salida para ese maldito círculo, sólo olvidarse, pero cuando estando estás ausente el cuchillo de tu ausencia tiene doble filo, y son terremotos en mi cabeza, en mi cabeza.
Guardo la Historia, guardo la Muralla China, guardo ese farol, la estrella, guardo a Ani, y se van conmigo. Todo nació conmigo, y me los llevo a la Nada cuando en mí todo se apaga. No habrá más Historia, ni tiempo, y la estrella morirá y no será ni lugar ni luz ni tapiz, no habrás más aunque habiendo (Dios quiera), pero ya no puedo volver atrás y apagarme, ya arranqué la máquina y ya sé que todo morirá, para siempre, que todo lo que conocí se apagará como yo y no más. Pero sólo habrá una vuelta, una inercia, si sólo habrá una Muralla China, una Ani, una Mercedes... Ya estoy en este mar. (Yo sé que te pido tanto quizás, pero te doy todo lo que tengo, y cuesta mucho sostenerse, y así no me dejás caer).
Siempre están a punto de matarme, me olvido, árbol, banco verde, Plaza Moreno, noche, noche que crece, toda la noche, 273, El Morenito, tu cara detrás de la profundidad de tus propios vuelos. Pero desde allá igual, yo quiero que estés acá. Y presiento... presiento que si no me tomás la mano empezarán a maquinarse mil desgracias ahí, en mi insomnio, de aquí hasta que vuelva el mundo con su remolino arrasador que hace olvidar y seguir y aplastar y seguir y no ver y seguir. Yo sé que estás en ese otro camino que no va a estrella (pero pasan esos tres hombres y van tres Sol, tres murallas chinas, tres faroles, guardados, perdidos, nosotros paisaje fugaz que ya murió aún en su luz), pero no quiero que olvides
a veces me voy y la boca dice quizá demasiado porque nunca decís nada
y este pozo no sería cielo, este pozo sería dolor, dolor y dolor...
y me voy y me fui, presintiendo que el mundo demoraría mucho en venir, y todo se repitió en mi mente y mi angustia y otra vez en un ciclo ensordecedor de miro la estrella, y olvido. Desierto de ambiciones y desgracias (pero peor). No podré cerrar los ojos mucho tiempo y la estrella tampoco puede simular que no me ve, porque no me ve, pero yo estoy y si viene a mí me quemará y estará quemando algo y destruirá todo un universo, el universo en mi cabeza, en mi cabeza. (Si estas señales que siguen y siguen y siguen y siguen... mi cabeza sólo será una señal de que mi cabeza está pensando demasiado).
Hay un camino entre la estrella y yo, aunque yo la vea como una chispa celeste prendida en una blanda pared que nunca podrás tocar, ni ser dueña, sólo llenarla de latidos y calor y belleza (pero todo más oscuro y lejano). Si yo camino llegaré, pero demoraré mucho más, siete, trece eternidades (¿será el peso de las cadenas que ató tu silencio sobre mí, el peso de nunca decís nada.
Yo sé que te pido mucho, pero soy tuyo.
Sospecha al cuadrado se hace otro remolino en mi cabeza, en mi cabeza. Vos en mi cabeza, y las estrellas y los tres hombres que tienen cada uno el Universo y el reloj de arena esperando la perdición de todo, hasta de nosotros que seguiremos luego de desaparecer, en su cabeza, en mi cabeza.
¿Pero cuántos filos, cuántos filos más tenés guardados para el cuchillo que me acaricia la espalda? ¿Cuántos más?
Y vuelvo a guardar la Historia, París, los océanos, cada pájaro que alguna vez voló por algún pedacito de cielo en algún pedacito de tierra que nunca conoció una voz humana, y guardo a Dios y a los infiernos y a la génesis que me guarda y me salva pero yo también me la llevo con cada muerte hacia la Inexistencia, que siempre está comiendo Todo, que no para de nacer. Todo nació cuando se prendió la luz en mí, momentos que yo no recuerdo y nunca recordaré, pero que el mundo funcionaba mientras yo conocía los colores, las texturas, los sonidos, todo daba vueltas y me decía que nada está en mi cabeza, que estoy creciendo en este mundo abismal, sé que todo morirá cuando la luz se apague en mí y se acabe al fin el tiempo que juega conmigo como mi paranoia con mi amor, y la estrella morirá (pero más vacío, más Nada aún que la misma nada, que es una idea, sólo imaginación, que no hace más que llenar vacíos con vacío, que necesitamos llenar porque si no el vacío chupa lo que está alrededor y nuestro hermoso castillo de nociones se derrumba con el hueco de ¿Dios o no Dios?, de ¿Vacío o algo?, de ¿solos o ciegos?, de ¿Cielo o Infierno?, de ¿más o hasta aquí, o muerte?
No puedo volver atrás, no puedo no haber ya arrancado la máquina y abierto los ojos y empezado a vivir (¿y para qué no voy a querer haber nacido si después de esto, desde aquí, no hay nada?) ¿Qué me importa que afuera de esta dimensión de la vida haya otra Existencia en la que esté (u otra forma que no sea ser) mi líquido esencial si vos estás acá, y ya acá no te puedo encontrar, al lado mío, en mi cabeza, sí azarosas señales, en mi cabeza, y allá no sé si estarás cerca o no, o serás yo o seré vos? No habrás más habiendo (No Dios me lo deje) y Ani y El Morenito serán sombra del olvido, en mí, que no seré.
Yo sé que te pido tanto quizás, pero estoy en vos y lo que es mío es tuyo, y lo que me das se hace mi creación que vuelve a vos tratando de entrar por donde se filtran mis pulsiones. Te pido tanto porque cuando no encuentro tu corazón muero de hambre, y con tus ojos lejos la sed parece perpetua.
Siempre están a punto de matarme (pero más fríos, más indiferentes y bestias y desconocidos), me olvido, árbol, árbol, banco verde, banco verde, Plaza Moreno, Plaza Moreno, noche, noche, noche que crece, noche que crece, toda noche, toda noche, 273, 546, El Morenito, El Morenito, tu cara detrás de la profundidad de tus propios vuelos, tu cara en mi recuerdo más brillante por mi sed pero más opaca porque nunca decís nada. Y presiento que ya lo viví y otra vez y otra vez, y todo va a estallar de mí pero el remolino no lo notará, y seguirá impasible arrasando todo lo que quede por sufrir. Tu otro camino se hace no sólo mi obsesión, sino la obsesión de mi obsesión, en la cabeza de tres hombres, de Ani, en el remolino, en tu camino. Y todo vuelve y todo se va, pero más abajo, un escalón, y luego todo vuelve y se va, otro escalón, escaleras abajo por mi reflejo de ese otro camino que no va a estrella (pero tres hombres son tres Todo, tres obsesiones, tres tu camino, tres no quiero más), pero no quiero que olvides
a veces no sé cómo callar ni cómo decir, y sólo sale lo que no debía decir, porque nunca decís nada. Pero cuando hablás... los soles pasan por mi mundo y cada segundo es un día, y vivo en una palabra tuya, en un gemido, en un amague de decir algo, en un mojarte los labios, lo que sin ellos no puedo encontrar en años, porque lo que sale de tu adentro me hace vivir.
y este pozo no podrá ser otra cosa, ya no sé qué es cielo ni condena, sólo recuerdo el dolor, dolor y dolor...
y recuerdo que me fui, presintiendo que el mundo demoraría mucho en venir, y todo se repetiría en mi mente y mi angustia como ya tantas veces que pasó, bajando escalones hasta que la rueda me saque del barro...
Y cuando volví ya no estabas.
Claro. Porque vos también estás viva.
domingo, diciembre 12, 2004
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