viernes, mayo 13, 2011
¿Ficciones de lo real?
Una vez más se escucha la campana y junta a ella, la pregunta efectuada por Oscar Berliner reverbera en nosotros los espectadores durante y después del film. Aún seguimos preguntándonos cuál es el verdadero gesto de heroísmo, o cuál habrá sido particularidad, o más precisamente la razón por la qué este sujeto se encuentre frente a cámara. Por qué él hijo de uno de los tantos inmigrantes, por qué él uno de once hermanos, él uno de los tantos jóvenes que participó en La Segundo Guerra Mundial, por qué él.
Evidentemente el realizador Alan Berliner está a favor de la afirmación “mil es menos que uno”. Sin embargo no realiza una oda del individualismo, sino todo lo contrario. Nos muestra que lo importante se encuentra en la relación de ese uno con el resto de los seres igualmente anónimos como él. En otras palabras privilegia la relación, ese vínculo intangible sobre los sujetos que la componen. El mismo Berliner utiliza como premisa de su documental la afirmación realizada por algunos geneólogos: “…todos estamos emparentados en menos de 50 primos. Y la mayoría en mucho menos. Los árboles genealógicos de cada uno se unen en un tronco único se retrocedemos 50 generaciones…”.
Berliner se adentra en su pesquisa sobre su árbol genealógico, y con ella nos lleva a reflexionar sobre otro parentesco no menos importante, el existente entre el cine documental y el de ficción. Ambos nacieron juntos pero en un momento dado sus caminos se bifurcaron: conduciendo a uno, al de ficción a las grandes salas; relegando al documental a los circuitos alternativos. La dicotomía entre documental y ficción en nuestros días no parece tener asidero, pero en el cine de los primeros tiempos encontrábamos en los rincones del cuadrilátero por un lado a los hermanos Lumiere y en el otro al ilusionista Méliès. Los Lumiere por su parte registraban momentos o instantes de la vida cotidiana con una actitud documental, con ello me refiero a la idea de dejar un testimonio de los acontecimientos ocurridos delante de cámara. Dicha actitud no era puramente azarosa, sino que en ocasiones manipulaban la escena a favor de construir un relato de la misma manera que se lleva a cabo en una ficción. Mientras tanto Méliès experimentaba en su teatro Rober Houdini, proponiéndonos un espacio lúdico destinado a transformar el espacio real en un uno nuevo y mágico.
En Nobody´s business se conjuga el cine de Lumiere y Méliès en uno solo; si por ejemplo, observamos como la hermana y la madre del realizador juegan juntas a la pelota- paleta en la playa, en momentos diferentes. Berliner tomo un acontecimiento anodino como lo fue “la salida de la fábrica” o “el desayuno del bebé” y con una operación de montaje que mucho le debe a las trucas de Méliès se permite la licencia de hacer confluir dos tiempos diferentes, en el cual un golpe de la hermana es devuelto con otro de la madre realizado 30 años antes. Berliner puso frente así a dos extraños con una historia en común que son el cine documental y el de ficción.
Otro de los momentos en los que se percibe una tensión entre documental y ficción es cuando Alan Berliner insiste sobre la historia detrás de una fotografía, en la que se ve a su padre posando frente a un micrófono, y pareciera que éste estuviera cantando o pronunciando un discurso. El realizador se desilusiona al darse cuenta que no hay nada significativo subyace a esa imagen. Oscar Berliner simplemente contesta: “sólo estoy posando”. En el relato cinematográfico clásico no hay lugar para sucesos gratuitos todo tiene un porqué. En el instante que contemplamos una imagen fotográfica indagamos sobre los momentos previos al ser tomada como si quisiéramos con nuestra imaginación completar el relato del que sólo tenemos un fragmento.
Probablemente la actitud documental del realizador sea hereda de su padre, quien era aficionado a registrar filmes caseros en 8 mm sobre la familia. Alan pregunta el por qué de todas esas películas en un posible intento de comprender él mismo el por qué de esta película.
Finalmente entendemos la anécdota con la que se inicia el film en la voz de su protagonista que nos dice: “… un tipo va a ver a un artista y le pide que le haga un cuadro. El artista le dice que hay dos tipos de cuadros: Retratos y paisajes. ¿Cuál es más barato?, pregunta el tipo. El paisaje dice el artista. Entonces haga un paisaje de mí…”. Lo realizado por Alan Berliner responde más a una cartografía de su padre como la del propio cine en la cual las coordenadas espaciales dan cuenta de las transformaciones sufridas por ese paisaje a causa del tiempo y que como resultado nos da ese ser anónimo que está frente a cámara.
miércoles, febrero 23, 2011
El mito de Sísifo Albert Camus
Si se ha de creer a Homero, Sísifo era el más sabio y prudente de los mortales. No obstante, según otra tradición, se inclinaba al oficio de bandido. No veo en ello contradicción. Difieren las opiniones sobre los motivos que le convirtieron en un trabajador inútil en los infiernos. Se le reprocha, ante todo, alguna ligereza con los dioses. Reveló sus secretos. Egina, hija de Asopo, fue raptada por Júpiter. Al padre le asombró esa desaparición y se quejó a Sísifo. Éste, que conocía el rapto, se ofreció a informar sobre él a Asopo con la condición de que diese agua a la ciudadela de Corinto. Prefirió la bendición del agua a los rayos celestes.
Por ello le castigaron enviándole al infierno. Homero nos cuenta también que Sísifo había encadenado a la Muerte. Plutón no pudo soportar el espectáculo de su imperio desierto y silencioso. Envió al dios de la guerra, quien liberó a la Muerte de manos de su vencedor. Se dice también que Sísifo, cuando estaba a punto de morir, quiso imprudentemente poner a prueba el amor de su esposa. le ordenó que arrojara su cuerpo sin sepultura en medio de la plaza pública. Sísifo se encontró en los infiernos y allí irritado por una obediencia tan contraria al amor humano, obtuvo de Plutón el permiso para volver a la tierra con objeto de castigar a su esposa. Pero cuando volvió a ver este mundo, a gustar del agua y el sol, de las piedras cálidas y el mar, ya no quiso volver a la sombra infernal.
Los llamamientos, las iras y las advertencias no sirvieron para nada. Vivió muchos años más ante la curva del golfo, la mar brillante y las sonrisas de la tierra. Fue necesario un decreto de los dioses. Mercurio bajó a la tierra a coger al audaz por la fuerza, le apartó de sus goces y le llevó por la fuerza a los infiernos, donde estaba ya preparada su roca. Se ha comprendido ya que Sísifo es el héroe absurdo. Lo es en tanto por sus pasiones como por su tormento. Su desprecio de los dioses, su odio a la muerte y su apasionamiento por la vida le valieron ese suplicio indecible en el que todo el ser dedica a no acabar nada. Es el precio que hay que pagar por las pasiones de esta tierra. no se nos dice nada sobre Sísifo en los infiernos. los mitos están hechos para que la imaginación los anime. Con respecto a éste, lo único que se ve es todo el esfuerzo de un cuerpo tenso para levantar la enorme piedra, hacerla rodar y ayudarla a subir una pendiente cien veces recorrida; se ve el rostro crispado, la mejilla pegada a la piedra, la ayuda de un hombro que recibe la masa cubierta de arcilla, de un pie que la calza, la tensión de los brazos, la seguridad enteramente humana de dos manos llenas de tierra. Al final de ese largo esfuerzo, medido por el espacio sin cielo y el tiempo sin profundidad, se alcanza la meta. Sísifo ve entonces como la piedra desciende en algunos instantes hacia ese mundo inferior desde el que habrá de volverla a subir hacia las cimas, y baja de nuevo a la llanura. Sísifo me interesa durante ese regreso, esa pausa. Un rostro que sufre tan cerca de las piedras es ya él mismo piedra.
Veo a ese hombre volver a bajar con paso lento pero igual hacia el tormento cuyo fin no conocerá. Esta hora que es como una respiración y que vuelve tan seguramente como su desdicha, es la hora de la conciencia. En cada uno de los instantes en que abandona las cimas y se hunde poco a poco en las guaridas de los dioses, es superior a su destino. Es más fuerte que su roca. Si este mito es trágico, lo es porque su protagonista tiene conciencia.
¿En qué consistiría, en efecto, su castigo si a cada paso le sostuviera la esperanza de conseguir su propósito?. El obrero actual trabaja durante todos los días de su vida en las mismas tareas y ese destino no es menos absurdo.
Pero no es trágico sino en los raros momentos en se hace consciente. Sísifo, proletario de los dioses, impotente y rebelde conoce toda la magnitud de su condición miserable: en ella piensa durante su descenso. La clarividencia que debía constituir su tormento consuma al mismo tiempo su victoria. No hay destino que no venza con el desprecio.
Por lo tanto, si el descenso se hace algunos días con dolor, puede hacerse también con alegría. Esta palabra no está de mas. Sigo imaginándome a Sísifo volviendo hacia su roca, y el dolor estaba al comienzo. Cuando las imágenes de la tierra se aferran demasiado fuertemente al recuerdo, cuando el llamamiento de la dicha se hace demasiado apremiante, sucede que la tristeza surge en el corazón del hombre: es la victoria de la roca, la roca misma. La inmensa angustia es demasiado pesada para poderla sobrellevar. Son nuestras noches de Getsemaní.
Sin embargo, las verdades aplastantes perecen al ser reconocidas. Así, Edipo obedece primeramente al destino sin saberlo, pero su tragedia comienza en el momento en que sabe. Pero en el mismo instante, ciego y desesperado, reconoce que el único vínculo que le une al mundo es la mano fresca de una muchacha. Entonces resuena una frase desesperada: «A pesar de tantas pruebas, mi edad avanzada y la grandeza de mi alma me hacen juzgar que todo está bien». El Edipo de Sófocles, como el Kirilov de Dostoievsky, da así la fórmula de la victoria absurda. La sabiduría antigua coincide con el heroismo moderno. No se descubre lo absurdo sin sentirse tentado a escribir algún manual de la dicha. «¿Cómo? ¿Por caminos tan estrechos...?». Pero no hay más que un mundo. La dicha y lo absurdo son dos hijos de la misma tierra. Son inseparables. Sería un error decir que la dicha nace forzosamente del descubrimiento absurdo. Sucede también que la sensación de lo absurdo nace de la dicha. «Juzgo que todo está bien», dice Edipo, y esta palabra es sagrada. Resuena en el universo y limitado del hombre. Enseña que todo no es ni ha sido agotado. Expulsa de este mundo a un dios que había entrado en él con la insatisfacción y afición a los dolores inútiles. Hace del destino un asunto humano, que debe ser arreglado entre los hombres. Toda la alegría silenciosa de Sísifo consiste en eso. Su destino le pertenece. Su roca es su cosa. Del mismo modo el hombre absurdo, cuando contempla su tormento, hace callar a todos los ídolos.
En el universo vuelto de pronto a su silencio se alzan las mil vocecitas maravillosas de la tierra. Lamamientos inconscientes y secretos, invitaciones de todos los rostros constituyen el reverso necesario y el premio de la victoria. No hay sol sin sombra y es necesario conocer la noche. El hombre absurdo dice que sí y su esfuerzo no terminará nunca. Si hay un destino personal, no hay un destino superior, o, por lo menos no hay más que uno al que juzga fatal y despreciable. Por lo demás, sabe que es dueño de sus días. En ese instante sutil en que el hombre vuelve sobre su vida, como Sísifo vuelve hacia su roca, en ese ligero giro, contempla esa serie de actos desvinculados que se convierten en su destino, creado por el, unido bajo la mirada de su memoria y pronto sellado por su muerte. Así, persuadido del origen enteramente humano de todo lo que es humano, ciego que desea ver y que sabe que la noche no tiene fin, está siempre en marcha. La roca sigue rodando.
Dejo a Sísifo al pie de la montaña. Se vuelve a encontrar siempre su carga. Pero Sísifo enseña la fidelidad superior que niega a los dioses y levanta las rocas. Él también juzga que todo está bien. Este universo en adelante sin amo no le parece estéril ni fútil. Cada uno de los granos de esta piedra, cada trozo mineral de esta montaña llena de oscuridad forma por sí solo un mundo. El esfuerzo mismo para llegar a las cimas basta para llenar un corazón de hombre.
Hay que imaginarse a Sísifo dichoso
martes, febrero 22, 2011
Eche veinte centavos en la ranura
La sala iluminada, con una tenue luz anaranjada. Del telón bordo emerge la nariz de Enrique seguido de la totalidad de su rostro. Enrique sale al escenario para enfrentarse con la sala vacía, se quita el saco y se sienta en el borde del escenario.
La luz blanquecina de la fachada del teatro se mezcla con la calidez de la luz de mercurio del alumbrado público. En la boletería cuelga un cartel con la siguiente afirmación: Localidades agotadas.
Enrique camina por la calles del centro de la ciudad con el mismo paso cansino del teatro, aunque no se observe su sombra, ésta todavía le pesa. Enrique entra a un bar, un grupo de hombres le esquivan la mirada; éstos hace tiempo le habían quitado el saludo. Sigue su camino por las mesas y se sienta al lado de una mujer absurda. Tania lleva un sombrero, del que sobresalen dos plumas, una bufanda de peluche, y, de su pálido rostro se destaca el rojo de sus labios. Próximo a Tania se encuentra un hombre de aspecto bohemio, con quien comparte unos sándwiches de miga y unos vasos de whisky. Enrique mira hacia un lugar cualquiera del bar, se siente ajeno a la alegría desbordante de Tania y de aquél hombre. Enrique sale de su ensimismamiento y recorre con su mirada todo el lugar: en aquél rincón observa a una muchacha sola apurando una copa, y en aquél otro a un hombre sin suerte, con una barba de varias semanas, finalmente el espejo le devuelve su imagen; y hablándose a sí mismo se recuerda que toda está bien.
Enrique recorre las calles del centro y entra en un cine. El zumbido constante del proyector, se escucha desde el otro lado de la cortina. Al entrar lo único que se distingue es el haz de luz del proyector, que deja ver el humo de los cigarrillos; Enrique que busca un lugar en la fila del medio. En la pantalla desfilan imágenes de mujeres desnudas, de hombres forzudos, finalmente se proyecta seguido de un inter-título, la imagen de la mujer más gorda del mundo; justo en ese momento Enrique recuerda los versos finales de un poema que en voz baja repite para sí.
Y no se inmute, amigo, la vida es dura,
con la filosofía poco se goza.
Eche veinte centavos en la ranura
si quiere ver la vida color de rosa.
miércoles, diciembre 15, 2010
Los estudios culturales corroen el alma
Si rastreamos en Douglas Sirk al género cinematográfico conocido como melodrama así como también hiciéramos lo propio con el cine autor. Nos encontramos con la dificultad de no poder disociar a éste último del melodrama. Si bien, el director indagó en géneros como la comedia, el western y el cine bélico; se puede inferir que su punto más alto como director cinematográfico, lo alcanzó en el melodrama, el cual es su producto más personal y donde aún hoy se continúa salvaguardando su figura.
André Bazin en texto “La política de los autores” entiende al autor como el opuesto al realizador, debido a que el autor mantiene su esencia, su moral, independientemente del tema o la excusa argumental del film. Relega al realizador como un técnico que hace filmes por encargo y sin compromiso moral. Podríamos sintetizar el concepto de autor en la frase de Rivette:”… el autor es aquel que habla en primera persona…”.
Tanto Sirk, Fassbinder y Haynes son autores en el sentido que todos ellos poseen un denominador común que es la expresión de un “yo”, que se refleja en la crítica incisiva hacia temas socialmente considerados tabúes. Cabe señalar que dichos temas tabú anteceden largamente a los autores, sin embargos son ellos los que con su mirada singular los resignifican. Resignificación asociada a cómo cada uno de ellos entiende a la femeniedad. Fassbinder en relación a ello decía sobre las películas de Sirk: “… En sus películas las mujeres piensan. Cosa que no he advertido en ningún otro director. En ninguno. Generalmente las mujeres reaccionan, hacen simplemente lo que las mujeres hacen, pero en este caso no, aquí piensan. Hay que verlo. Es bonito ver pensar a una mujer. Es esperanzador de verdad…”. Esta observación debiéramos hacerla extensiva a Haynes como al mismo Fassbinder. Este es el por qué o mejor dicho la razón por la cuál cada unos de estos tres directores considerados como autores han elegido el melodrama como un género válido para plasmar su mirada.
Este tipo de premisas han sido abordadas metodológicamente por lo que se denomina estudios culturales o la que Frederic Jameson refiere como “ese deseo llamado estudios culturales” en los que no se pierden de vista que todo texto pertenece a una sociedad particular el cual repercute en el resto del mundo. A todo esto Stam agrega: “… Para los estudios culturales, la subjetividad contemporánea está inextricablemente entretejida con representaciones mediáticas de toda clase. El sujeto se construye no sólo en términos de diferencia sexual sino en función de muchas otras diferencias, a través de una negociación permanente y polivalente entre condiciones materiales, discurso ideológico y ejes de estratificación basados en la clase, la raza, el género, la edad, el entorno, la orientación sexual y el origen nacional…”.
La premisa del melodrama puede resumirse en una de las frases enunciadas por la heroína en “All that heaven allows” (Lo que el cielo nos da) cuando junto a su amante (Rock Hudson) decide que debe hablar con sus hijos antes que éstos se enteren por otros lo de su relación. Jane en resumidas cuentas se pregunta por qué es tan difícil si en definitiva sólo son dos personas que se aman y quieren casarse. El interrogante abierto en el film de Sirk no deja de perder vigencia en las sucesivas adaptaciones. Por dicha razón los tres autores coinciden en mostrarnos personajes ingenuos, simples a partir de los cuales los espectadores puedan comprender la complejidad del pathos, en las relaciones humanas, en otras palabras hacen hincapié en el vínculo que une a los personajes más que en los mismos personajes. Y son precisamente los espectadores quienes con su sensibilidad y experiencia de vida no sólo se identifican sino que a su vez terminan de construir el complejo entramado creado por parte del director.
En los films de géneros hay un doble autor como lo afirma Rick Altman en el siguiente sentido: “… los géneros dependen tanto de las prácticas de codificación de un emisor obvio como de la formulas de decodificación de una comunidad receptora dispersa (….) Para que podamos considerarlo comunicación genérica, sin embargo, algo debe leerse como si hubiera sido escrito dos veces, en primer lugar por los autores originales y posteriormente de nuevo por la comunidad constelada que reescribe el género.”
Otras de las características del melodrama ejemplificada en “All that heaven allows” es oponer a nuestros personajes obstáculos arguméntales que pongan a prueba el amor existente entre ellos. Sirk lo hace a partir del supuesto daño que los hijos de Jane puedan sufrir a causa de los rumores. Nuestra heroína parece que finalmente no se va dejar abatir por lo que se diga, sino que va a ofrecer un ejemplo de vida válido y respetable para sus hijos; obviamente ellos son la última trampa argumental que inclinará la balanza en la decisión emocional de nuestra protagonista.
Hasta el momento hemos hablado del melodrama y de algunas de sus características genéricas, pero el mismo no escapa al fenómeno de hibridación presentes en todos los demás géneros. Douglas Sirk parece tener conciencia de lo que años más tarde enuncia Rick Altman en su libro Los géneros cinematográficos, y esto se hace más evidente aún cuando sobre el reflejo del televisor observamos la imagen de Jane al mismo tiempo que oímos al vendedor diciéndonos: “… Todo lo que tiene que hacer es mover el dial y toda la compañía que usted desea aparecerá en la pantalla. Drama, comedia, la vida desfilara al alcance de su mano…” .
Los géneros cinematográficos equivocadamente se los sitúa en una época precisa con fecha de nacimiento y de defunción. Delimitar al género melodrama con exclusividad a la década de los 50´ significaría no reconocer las variantes que a lo largo del tiempo ha sufrido y que hacen que aún hoy lo consideremos una modalidad de ficción vigente. Las redefiniciones del género en ocasiones están vinculadas con la aportación de temáticas locales a partir de las cuales se alude a las problemáticas sociales de interés. Por ejemplo podríamos citar el caso de Fassbinder que nos muestra la dificultad de la vida de un inmigrante árabe en Alemania. Con esto Fassbinder pretende actualizar el film de Sirk hacerlo propio además de aportarle por momentos un realismo que linda con el registro documental. Por su parte Haynes respeta la estética del film de Sirk, sin embargo, éste a propósito mezcla el mundo de ficción representado en aquel entonces con situaciones relacionadas con la vida personal de algunos de los actores que formaron parte del film original. Probablemente el personaje de Dennis Quaid no esté basado en el difunto esposo del film de Sirk, sino en los traumas de la vida real de Rock Hudson. Haynes al igual que Fassbinder en sus versiones añaden elementos relacionados con el documental, pero para ello se valen de diferentes estrategias: Fassbinder dota su film de cierto realismo y, Haynes en cambio toma hechos reales y los introduce orgánicamente en la ficción.
“En la angustia corroe el alma” existe una predominancia del registro documental, pero no por ello se deja relegado lo que el mismo Fassbinder rescata de Sirk; cuando nos dice que éste último hace películas no sobre objetos o personas sino con ellos. Un claro ejemplo es la secuencia final, en la que Alí está hospitalizado y Emmi se acerca a él. Dicho encuentro lo vemos a través del espejo. A todo esto Fassbinder escribe: “… Sirk dijo que las películas no pueden hacerse sobre algo, que sólo pueden hacerse con algo, con personas, con luz, con flores, con espejos, con sangre, con todas esas cosas locas que valen la pena. Además, dijo que la iluminación y el enfoque son la filosofía del director…”
Haynes utiliza la luz y los colores no sólo como una forma de remitirnos al melodrama clásico sino que les otorga una densidad psicológica que subraya el estado emocional de la protagonista. La escena en la que Moore espera en las escalinatas a su esposo para la primera sesión para iniciar el tratamiento de la homosexualidad; Haynes nos muestra por medio de los diferentes climas lumínicos la subjetividad de la protagonista que la resumen en una luz fría llena de desesperanza que se transforma en cálida cuando ésta observa a una pareja de amantes besándose que inmediatamente después se contrasta con la luz fría coincidente con la llegada de su marido.
La película de Sirk en su época habrá sido catalogada como melodrama familiar, siendo ésta última el mayor obstáculo a vencer por parte de nuestra heroína. En Sirk, es más que importante el vínculo madre hija en donde la última comienza diferenciarse de su madre ya que asiste a la universidad y se cree capaz de entender el mundo desde una perspectiva intelectual. La hija al mismo tiempo que comprende que la mujer es un ser con deseos sexuales que no se extinguen con la viudez. No obstante la única pareja viable para su madre es un hombre mayor que no ve en Jane más que una compañera con la cual pasar los últimos años de su vida. La hija en relación a esto nos dice: “… Me gusta Harvey es elegante divertido y actúa como de su edad. Si hay algo que no soporto, es a un viejo verde. Como dice Freud: “cuando llegamos a cierta edad, el sexo se vuelve incongruente”. Creo que Harvey entiende eso…”.
En Haynes el vinculo madre-hija esta presente pero ya no como una oposición entre lo emocional (la madre) y lo intelectual (la hija); si no que el director apela a la idea del doble. No por casualidad enfrenta ambas ante el espejo que les devuelve su misma imagen y en un mismo tiempo nos permite ver el pasado y el presente de una mujer que soñó con lo que tiene, pero desconocía el costo de mantener ese sueño. Haynes con suma delicadeza transforma un momento de profunda ternura es un gesto de crueldad.
“…- ¿Mamá? Cuando eras niña te parecías a mí, ¿no? ¿Cuándo crezca me pareceré a ti?-
-¿Eso es lo que quieres, amor? ¿Parecerte a mí?-
- Si, espero verme exactamente tan bonita como tú.-…”
Ninguna de las heroínas de los filmes son personajes pasivos que sufren en un universo masculino, ninguna de ellas esta conforme con ser el esteriotipo de mujer esperado por la sociedad. Ninguna de ellas cumple con el esteriotipo femenino cinematográfico tanto en sus aspectos positivos como negativos. No estamos ante damiselas de cuentos de hadas sino ante mujeres concientes de su condición. A todo esto Simone de Beavoir en “El segundo sexo” nos plantea lo siguiente:”… La mujer no es una realidad inmutable, sino un devenir; en este devenir suyo habría que confrontarla con el hombre, es decir, que habría que definir sus posibilidades lo que falsea tantos debates es que la quieren reducir a lo que ha sido, a lo que es hoy, a pesar de que se plantea la cuestión de sus capacidades; es un hecho que las capacidades no se manifiestan con evidencia sino cuando han sido realizadas, pero también es un hecho que cuando nos referimos a un ser que es trascendencia y superación no se pueden detener nunca las consideraciones…” .
Cabe señalar, que si se plantea una cronología entre estas tres obras, de ella se desprende que surge una provisión de elementos y selección de los mismos para representar tres mundos particulares y por momentos muy distintos, pero no enteramente desvinculados.
En el caso particular de la heroína, por su parte envejece con Fassbinder y rejuvenece en la versión de Todd Haynes. En ambas reconocemos al personaje de la película de Sirk, sin embargo, debemos destacar que la figura de la heroína es reactualizada en cada uno de los casos. Ya a partir de “La angustia corroe el alma”, percibimos que se redobla la apuesta del film original.
Si bien la viuda de Fassbinder dista de tener el mismo estatus social y económico que la de Sirk, observamos cómo se degradó la escala social respetando el distanciamiento entre los protagonistas. Acentuado por el hecho de que Emi se enamora de un inmigrante árabe; sin perder de vista que anteriormente estuvo casado con un polaco. Por lo que podemos decir que la apuesta se redobla en un doble sentido, no solo teniendo como referencia la película de Sirk sino la propia historia del personaje.
Todd Haynes por su parte plantea una heroína que se ve inmersa de lleno en los tabúes de un país intransigente. Aquí la condena social se pone en relieve, en parte porque descubre que la persona de quien se enamoró es negro. Y el posible resguardo para ambos suscitado por las amistades de su nuevo compañero, planteado por Sirk, no solo se transforma en otra barrera más, sino que desemboca en la decisión de Raymond para abandonarla. Sumado esto, a la frustración latente, que le había sucedido a Julianne Moore debido a que su esposo termina maltratándola y finalmente abandonándola por otro hombre en un proceso no poco doloroso. Haynes toma las bases del estereotipo del film de Douglas Sirk y las reactualiza, en un contexto más acometedor aún que en el film de Sirk. Pero aún así es ella quién se prolonga de manera más inmutable. Siendo consecuente de que en el film de Fassbinder lo que parece motivar a la heroína a luchar por su pareja, no parece ser el amor sino más bien la soledad que rodea su mundo.
Los tres directores representan cada uno por su parte, un distinto estado de situación del género. Sirk da apertura a que la mujer piense y desee. Además de ser quién promueve un final “abierto” un happy ending ambiguo. Fassbinder por su parte, con una visión menos romántica y más descarnada plantea la resignación del amor. En este caso la mujer se ciega ante lo evidente, ya que considera que con solo asistir a Alí, es suficiente para que mejore su salud y fundamentalmente para que el amor florezca entre ellos.
El gran talento madura pero no envejece.
Lo que Haynes plantea indudablemente es una maduración, ya que ambos personajes son concientes de la imposibilidad de la relación. En este sentido la resignación del amor se manifiesta de forma plena. Por ello podemos decir, que es recién en éste film en el que se da un proceso de anagnórisis, en el que los personajes dejan a un lado la idealización del amor para adecuarse a la realidad social de la época.
Existe una estrecha relación entre el cine de autor y el género, debido a que en más de una oportunidad, por no afirmar en la totalidad, estos directores se han valido del género melodrama para convertirse en autores. Obviamente es en ellos que reconocemos las marcas inherentes al melodrama, sin embargo es innegable que en sus películas se manifiesta la expresión de un yo. Una mirada dotada de un mundo particular en donde las heroínas deben revolverse siendo ellas las principales damnificadas.
“… La masa humana vive una vida de angustia silenciosa. ¿Por qué preocuparse tan desesperadamente por triunfar? Si un hombre no anda al mismo paso que sus compañeros, tal vez es porque oye un compás diferente. Déjenlo andar con el compás de la música que oiga, por lenta o distantes que parezca…” .
Se puede afirmar sin temor alguno que el género melodrama no parece perder vigencia alguna, o al menos en lo correspondiente a su efectividad. Han pasado alrededor de cincuenta años entre las tres realizaciones cinematográficas y la causa de esta perennidad con respecto al género es rastreable a partir de la particular visión que se aporta por cada de estos tres directores.
Filmografía:
All that heavens allows (Lo que el cielo nos da), Douglas Sirk, 1955.
Angst Essen seele auf (La angustia corroe el alma), R. W Fassbinder, 1973.
Far from Heaven (Lejos del paraíso), Todd haynes, 2002.
Bibliografía:
Buscombe, Ed “The Idea of Gerçnre in the American Cinema”, en Grant, Barry Keith – Film Genre Reader II, Texas Univ. Press, 1995 (Traducción de la cátedra).
Altaman, Rick, “¿Son estables los géneros? y “¿Los géneros son susceptibles de redefinición?”. En Altman, R.- Los géneros cinematográficos, Barcelona, Paidós, 2000.
Gledhill, Christine, “Repensando al género”, en Christine Gledhill and Lind Williams, Reinventing Films Studies London, Arnold, 2000.
Stam, Robert, “Algunos interrogantes sobre autoría y género”, en Teorías del cine (op.cit.).
Williamd, Linda – “Melodrama Revised”, en Brwne, Nick – Refiguring American Film Genres, UCLA Press, 1998 (traducción de la cátedra).
Xavier, Ismail “El melodrama o la seducción moral negociada”. En revista La Puerta número 3, FBA-UNLP, 2007.
Catalá Joseph M., Pasión y conocimiento. El nuevo realismo melodramático. Madrid, Cátedra, 2009 (fragmentos).
Polan, Dana “Auter Desire”, en Screening The Past 12 /March 2001
(www.latrobe.edu.au/screeninthepast.htm). (Traducción de la cátedra)
Bazin, André – “De la política de los autores”, en A De Baecque (comp.) La política de los autores, Barcelona, Paidós, 2003.
Daney, Serge, “Después de todo”, en jean rendir y otros, La política de los autores. Barcelona, Paidós, 2003.
De Baecque, Antoine, “Al acecho: ¿Qué queda de las política de los autores?”, en De Baecques, A. (comp.) La política de los autores, (op. cit.)
Bibliografía complementaria:
R.W.Fassbinder.- “Imitación a la vida sobre las películas de Douglas Sirk” en “La Anarquía de la imaginación” Barcelona, Paidós. 2002.
LO QUE SÉ por Leonardo Favio
domingo, abril 25, 2010
Cine de ciencia ficción nacional
Por eso no nos debe parecer extraño que la Aquilea de “Invasión” se parezca a Buenos Aires pero a su vez no sea Buenos Aires; es como si estuviéramos en un mismo tiempo en aquel espacio mítico que nos remonta a épocas remotas en las que los dioses intervenían en los asuntos de los hombres y a la vez en la Buenos Aires actual, más precisamente en la de finales de la década del 60´. Este film más allá que no es el primero de este género en nuestro país, sí es considerado como uno de los más importantes debido a que incursiona en el género desde un punto de vista regional. A su vez la participación de Borges y Bioy Casares en el argumento y el aporte posterior de Borges en el guión cinematográfico dotan al film de temas recurrentes de la literatura borgiana. Para algunos Invasión es una película premonitoria de los sucesos que acontecerían una década más tarde en nuestro país. En este filma asistimos a la muerte del héroe borgeano encarnado por Lautaro Murúa, este héroe estoico paga con su vida el hecho de no comprender como el mundo conocido por el va a modificarse a causa de la invasión que a pesar de sus esfuerzos va a ocurrir. La muerte de Julián Herrera (Lautaro Murúa), es una muerte necesaria ya que el tiempo por venir no necesita de hombres solitarios que luchan cara a cara contra su enemigo; sino de una organización clandestina que como única alternativa para combatir a los invasores es a través de una logística de guerrilla.
Hugo Santiago al igual que Jaques Tourner comprendía que lo fantástico del cine era precisamente el dispositivo, que no era necesario apelar a artilugios costosos porque no hay nada más extraño que lo conocido. A todo esto Tourner nos dice: “… “el vagón de metro asediado”, yuxtapone la realidad y el terror. Si pone en escena situaciones básicas que todo el mundo conoce: el último metro, a media noche, y todas estas cosas… impresionan mucho más que un cohete interplanetario. El terror para ser sensible, debe ser familiar…”. Terror al que se familiarizo nuestro país en los años venideros a este film; probablemente el presagio que muchos le adjudican a “Invasión”, no sea tal, es posible que sólo intentara realizar una radiografía de la violencia que hasta entonces se encontraba en un estado de efervescencia; sin embargo el hecho de atribuirle a la película el don de predecir el futuro no sea más que uno de los tantos elementos a los ya mencionados que han construido el mito sobre el film de Santiago.
El caso de “La antena” de Esteban Sapir
Podríamos afirmar con seguridad que la película de Sapir a diferencia a la de Santiago no nos dice nada sobre el tiempo que vendrá sino por el contrario nos lleva a un espacio - tiempo de los primeros tiempos del cinematógrafo. Son claras las referencias a films clásicos de la historia del cine como “Metrópolis” (1927) de Fritz Lang, film futurista que nos introduce en una megalópolis del s XXI; sin embargo el director de “La antena” noventa años más tarde recrea una vez más en la pantalla aquel mundo escindido de la realidad que el s XXI nos deparó. A pesar de evidente y a la vez necesaria referencia a la película de Lang hay una suerte de puente temporal que los une, y es el espíritu por lo experimental. Cuando hablamos de lo experimental entrados ya en la primera década del siglo XXI, nos referimos a las posibilidades estéticas que los dispositivos digitales nos brindan. Sapir nos muestra un mundo fantástico construido a partir de ceros y unos, en el que aún podemos reconocer ciertos lugares que funcionan a manera de fondo como la Facultad de Derecho; sin embargo aquello que reconocemos como la F. de Derecho no lo es, en todo caso es la reconstrucción virtual, es decir es la Facultad de Derecho en su plena inmaterialidad. Por esta razón Lenne nos dice: “… De todas maneras, el cuerpo reconstruido por la tecnología y las prácticas cinematográficas es un cuerpo fantasmático, que ofrece un soporte y un punto de identificación al sujeto destinatario del film…”.
Es peculiar la reconfiguración del espacio ideada por Sapir valiéndose de recursos pertenecientes al cine de los primeros tiempos como los clásicos intertítulos o el viñeteado del comic. Esta reconfiguración espacial descansa en una carencia que es la ausencia de la voz. Sapir se vale de la imposibilidad tecnológica de registrar sonido existente en el período alemán de Lang; para diseñar el espacio de su film. Las letras intervienen e interactúan con los personajes resignificando y singularizando no sólo su significado sino también transforman a los sujetos / personajes de la película.
Conclusión
Ambos films no solo dan muestra de una habilidad narrativa sino que también nos posibilita reconstruir o mejor dicho construir la historia de nuestro país por medio de un género narrativo poco explorado y que parecía ser patrimonio de los estudios de Hollywood; lugar al que hasta entonces poseía de manera hegemónicamente el imaginario del mundo; pero como nos han mostrado estos dos realizadores nacionales, que es posible utilizar los recursos y sistemas narrativos en cierta manera ajenos a nuestra historia para contar valga la redundancia nuestra historia. Tampoco hay que dejar de lado la pasión por el dispositivo que no sólo une a Lang con Sapir sino a todos aquellos directores que no pierden de vista de que se trata la ciencia ficción que en palabras de Jean Louis Leurtrat nos dice: “… Así pues, por fantástico en el cine entendemos aquello que hay de fantástico en el dispositivo en sí mismo así como los efectos fantásticos producidos por el cine a través de los medios que le son propios…”
miércoles, septiembre 09, 2009
Algunas consideraciones sobre Varda y Daren
La lógica de los films de estas realizadoras tienen como objeto principal ya no concientizar a la sociedad del rol de la mujer como género, sino que los movimientos individuales de estas cineastas no hacen más que reafirmar su “yo” y no paran de gritarlo con fuerza.
En los dos casos analizados hay una búsqueda de la identidad individual, dos formas diferentes de expresarla. Varda apela a un cine que no distingue entre ficción y no ficción, entre lo individual y lo colectivo, entre lo viejo y lo nuevo. Tres binomios que conviven de forma activa a lo largo de toda su carrera. Binomios que constantemente se enfrentan con ella y que al final de cada película hacen las paces, congenian para seguir viviendo en paz. Y hablando de paz es eso lo que se respira en sus películas, demostrándonos que la introspección o ese movimiento de afuera hacia adentro, no necesariamente debe ser agresivo o perjudicial.
Los sueños como las pesadillas forman parte de todas las personas que nos rodean. Tanto el peluquero de la calle Daguerre como los demás tienen sueños que los invaden en las horas de descanso. Ahora bien cuál es la diferencia entre ellos y Varda. Podríamos decir que ninguna; aunque sí hay una, y es que ella construye con esa inmaterialidad, que son los sueños; Varda al igual que sus vecinos debe soñar con su trabajo, nada más que ella los materializa en sus films.