martes, mayo 20, 2008

Un fragmento de Daney sobre el film Un perro blanco de Sam Fuller

"... Hay que enseñarle a no porceder más por generalizaciones, y el único medio de lograrlo es enseñarle el caracter singular de cada ser humano. Uno por uno. Y en lo que toca captar la singularidad de los seres, el individualista foribundo Fuller no tiene igual. El perro aprendió a querer a Julie, que lo salvó, luego a Keys, que lo doméstico. El perro quiere a dos seres en el mundo = el mundo humano se reduce a dos seres. Quedan los otros, el grupo todavía más grande -blancos y negros-de los que no sabe nada, y tampoco conoce. El perro no logrará acceder al concepto de especie humana . Pasó de una mala generalización (el racismo) a la incapacidad de generalizar. Su violencia ya no es automática y fría, se transformo en violencia amorosa, la violencia del que sólo conoce aquellos que lo quieren. ¿Quién no ha pensado alguna vez que el amor era también violencia? Nadie. No Fuller, en todo caso. Es por eso que el film perturba. Es por ello que hay que matar al perro. En Fuller conviven un optimismo huraño (cree en la buena educación y en la ciencia) y una certeza modesta: la violencia amorosa es ya superior a la violencia racista. El amor es un progreso sobre el odio propio. Pero también mata.
9 de julio de 1982
Serge Daney, Cine arte del presente pág. 146- 147

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